lunes, 17 de agosto de 2015

PONIENDO LÍMITES, CUIDANDO LOS VÍNCULOS AFECTIVOS

Diversas investigaciones nos revelan que las experiencias afectivas positivas durante los primeros años de vida, preparan al niño a enfrentar situaciones difíciles y crear lazos afectivos duraderos y estables. Por otro lado, el niño que no tiene una adecuada vinculación afectiva, crece con inseguridad y desconfianza respecto a los otros.  Estos hallazgos ponen a la luz la importancia que tienen los vínculos afectivos que establezcamos con los niños y que una relación satisfactoria con sus padres o cuidadores, contribuye a que éste se sienta valioso y desarrolle una autoestima y una autoconfianza adecuada.
La psicoterapeuta británica Sue Gerhardt, en su libro “El amor maternal” nos explica que la mejor manera de abordar las enfermedades mentales, incluso la delincuencia y la violencia en nuestra sociedad, es ocuparnos de los bebes, puesto que durante los primeros años se desarrollan muchos sistemas importantes en el cerebro, especialmente los que utilizamos para gestionar nuestra vida emocional. Concluye que la primera infancia es la base de la salud mental.
La paternidad es una actividad compleja que incluye, además del amor, conductas específicas de los padres que tienen repercusión en el funcionamiento psicológico y social de los hijos, estas conductas tienen que ver con la puesta de límites como parte del cuidado integral de los niños. 
Sin embargo, impartir límites constituye uno de los problemas más comunes que se observan en las familias de esta época. Y es que parece que muchos padres tienen conceptos polarizados en cuento a la crianza y la disciplina. Por un lado, están los padres que piensan que tener un estílo controlador y autoritario es la mejor manera para que los niños desarrollen responsabilidad y les vaya bien en la vida y por el otro extremo tenemos a padres que por miedo a las consecuencias negativas del autoritarismo terminan siendo permisivos.
Los límites, al igual que el cariño son una muestra de amor a nuestros hijos, puesto que les da seguridad y al mismo tiempo los protegen. Esto significa que como padres, debemos desarrollar habilidades necesarias para establecer las reglas con amabilidad, firmeza, consistencia y claridad para poder guiar a nuestros niños y que se sientan verdaderamente protegidos.
La Dra. Jane Nelsen, autora del libro Disciplina Positiva, nos explica que la disciplina ejercida de manera democrática o positiva, ayuda a los adultos a encontrar un camino respetuoso e intermedio que no es autoritario ni permisivo. Este tipo de disciplina se sustenta en la base de un trato empático, respetuoso, amable pero firme al mismo tiempo, que a largo plazo ayuda a desarrollar en los niños valiosas habilidades sociales y de vida.
Si no estamos acostumbrandos a poner límites, es posible que al principio sea dificil y vayamos de un lado al otro, entre el autoritarismo y la permisividad. Sin embargo, hay algunas preguntas que nos ayudarán a saber si estamos en la línea correcta: Esto que estoy haciendo ¿Es respetuoso con mi hijo? ¿Lo ayudará a desarrollar habilidades de vida? ¿Es respetuoso conmigo? ¿Es respetuoso con los demás y la situación?  ¿Es un castigo o una solución?
Algunas pautas a la hora de establecer límites con respeto:

  • Recuerda que ser firmes no implica dejar de ser cariñosos. El tono de voz indicará cariño, mientras la expresión indicará firmeza.
  • Practica el autocontrol. La primera persona a la que tenemos que controlar es a nosotros mismos.
  • En vez de dar órdenes, haz preguntas que inviten a la reflexión, Jane Nelsen llama a esto “preguntas curiosas”  (¿qué piensas respecto a…,? ¿qué sientes…?, ¿que has decidido…?).
  • Habla menos y actúa más. Acércate a tu hijo y muéstrale lo que tiene que hacer.
  • Crea rutinas junto con tu hijo y luego recuérdale qué es lo que habían acordado.
  • Dale opciones limitadas, esto les dará la sensación de que no tienen que obedecer todo a rajatabla y que tienen la opción de elegir.
  • Involucra a tu hijo en la solución de problemas. Esto lo motivará a asumir sus responsabilidades y se sentirán parte importante de la familia.
  • Surgiere alternativas aceptables por ejemplo “no te puedo dar el helado antes del almuerzo, pero te lo puedo dar después. De esta forma somos comprensibles con sus deseos y menos arbitrarios.
  • Usa el humor. A veces es la mejor solución en momentos de crisis y sirve además para detener la lucha de poder.
  • Ponte de acuerdo con tu pareja. Ambos padres tienen que manejar el mismo estilo de crianza para no crear confusión en los hijos que inviten a buscar “al más bueno”.
  • Expresa lo que sientes y hazte responsable de tus emociones.
  • Por cada “malaconducta” que veas en tu hijo dale 5 apreciaciones de buenas conductas que observas en él. Véras cómo las malas conductas empiezan a desaparecer y las buenas a incrementar.
  • Evita sobreprotegerlo, ya que es una forma de decirle “eres un incompetente” La lástima promueve la debilidad, mientras que la comprensión promueve fortaleza.
  • No te olvides de siempre dar tu mensaje de amor y que éste llegue a tu hijo. Que tu niño sepa que tu amor hacia él es inconcidional.
  • Antes de “corregir” una mala conducta, busca conectarte emocionalmente con tu hijo. Eso ayudará a mantener los vínculos afectivos en la familia y que podamos ejercer una gran influencia sobre ellos.
Tenemos que tener claro que, si bien los límites son necesarios para el desarrollo de un carácter firme y socialmente adaptado, una buena disciplina no es sinónimos de gritos, castigos o golpes; éstos sólo producen dos tipos de resultados: o un niño rebelde, agresivo e irrespetuoso de las normas de la sociedad, o un niño/ña atemorizado, tímido, socialmente incompetente, carente de iniciativa, fácilmente manipulable e incapaz de hacer respetar su propia individualidad.
Una buena disciplina requiere de aceptación del niño/niña, amor, paciencia dedicación, atención, consistencia, firmeza, autocontrol y flexibilidad de parte de los padres. Ellos deben ponerse de acuerdo respecto a las expectativas, límites y derechos del niño, y hacer que éstos sean expresados en términos adecuados a su capacidad de comprensión. El reconocimiento atento de las buenas cualidades y conductas aceptables, producen un mejor efecto que la crítica o el castigo ante las conductas inaceptables.

Gina Graham


lunes, 15 de junio de 2015

EL LENGUAJE DEL AMOR: ALENTANDO A NUESTROS HIJOS

Me encontré con esta gran palabra en inglésEncouragement, que es una de las bases de la Disciplina Positiva, busque y pregunté su significado para tratar de traducirla a una palabra en español que significara lo mismo, pero no lo logré, pues para la Disciplina Positiva y Teoría Adleriana, está palabra más que una palabra, es un concepto que engloba  muchos significados:  estimular, alentar, dar coraje, valorar, dar valor, demostrar amor, dar ánimo…
Creo que uno de los regalos más grandes que les podemos dar a nuestros hijos es incentivarlos a que tengan iniciativa a mejorar cada día y se sientan capaces de usar su poder de manera constructiva. Pero, ¿cómo lo logramos?. Esto lo logramos a través de las frases y acciones diarias que demuestren amor y fe en sus acciones, cuando reconocemos su esfuerzo y nos enfocamos en las mejoras que demuestran en sus pequeños pasos e iniciativas.
Sin embargo, en este punto es importante reconocer la diferencia entre Animar/Alentar y  Alabar, pues son dos cosas distintas, sin embargo, fáciles de confundir.
En las alabanzas hay muchísimo elogios desmedidos y fuera de la realidad, alabamos a los niños de manera desproporcionada, lo comparamos con el resto o les decimos cosas que el realidad demuestran una fuerte aprobación externa. Entonces su comportamiento, en vez de estar dirigido a mejorar, está dirigido a complacer a los demás (motivación extrínseca, de afuera hacia adentro).  Ponemos citar algunos ejemplos de alabanzas “lo hiciste como te dije” “así me gusta que seas” “Pudiste ganar la carrera, tú eres mucho mejor que el resto” “20!! Lo máximo!!” “Que lindo tu dibujo”  “Eres perfecto”, “16? Tu puedes más que eso!”, etc.
En cambio, las frases y acciones que Animan yalientan  están orientadas a generar una motivación intrínseca (de adentro hacia fuera), reflejan un verdadero respeto, amor y fe en nuestros hijos. Reflejan que estamos pendientes de ellos, que reconocemos su esfuerzo, su individualidad; significa que apreciamos su aporte, a través del agradecimiento constante y la designación de responsabilidades con verdaderos trabajos en el hogar y no solo algunas “mini responsabilidades” para salir del paso (como que tienda su cama o saca la basura) sino con responsabilidades que reflejen que los consideramos capaces y miembros contributivos dentro del hogar. Algunas frases de Aliento podrían ser: “Aprecio tu ayuda” “Te has dado cuenta todo lo que puedes lograr por tí mismo” “Qué piensas de tu dibujo”  “Gracias por acomodar tus cosas” “Cómo te sientes…”Tengo fe en tí” , etc.
Por lo tanto, para Animar/Alentar, es posible que tengamos que cambiar algunas creencias,  formas de comunicarnos y comportarnos con nuestros hijos, y en lugar de enfocarnos en las fallas para que mejoren o alabar un acción cotidiana como extraordinaria, mejor nos enfocamos en todos sus puntos fuertes y habilidades y qué pueden hacer para mejorar y qué podemos hacer nosotros para ayudarlos a alcanzar esa meta; en este punto, los errores nos sirven como maravillosas oportunidad para aprender.
Por último, recordar que todo el tiempo estamos alentando o desalentando. Nuestra labor como padres es crear  en nuestro hogar una atmósfera segura, cálida, de respeto y de cooperación,  donde nuestros niños sientan que son parte de, que son importantes y capaces de desenvolverse de manera sana y así  puedan desarrollar al máximo todas sus potencialidades.
Ps. Gina GrahamCertified Positive Discipline Parenting & Classroom Educator
“La respuesta es simple: si realmente lo quieres, lo vas a lograr”
Referencias:
Don Dinkmeyer, Jr. Ph.D. & Dinkmeyer, James S.  The Basic of Parenting
Dreikurs, Rudolf, Children: The Challenge
Nelsen, Jane,  Positive Discipline

lunes, 16 de julio de 2012

INFLUENCIA DE LOS PADRES Y MAESTROS EN LOS NIÑOS Y NIÑAS



Estuve leyendo un libro muy interesante de Rudolf Dreikurs "Discipline without Tears" la primera edición fue escrita en 1972 y ha sido reimpresa a lo largo de varios años hasta la actualidad.  La visión de Dreikurs sobre la educación de los niños y niñas estuvo fuertemente influenciada por los estudios de A. Adler; ambos  sostenian que la "sociedad moderna" debe dejar atrás la "educación tradicional" (autoritaria) donde la relación se basa en dominación y sumisión y optar por una educación democrática donde el niño sea respetado en todas sus dimensiones, aboliendo todo tipo de castigo, ya que el castigo no educa, por el contrario, enseña al niño a sentirse peor en vez de darle la oportunidad de mejorar cada día.

Actualmente seguimos con el mismo paradigma, pues aún no nos damos cuenta que los niños deben ser tratados con dignidad y respeto mutuo. Seguimos castigando tanto en hogares como en las escuelas: golpes, gritos, quitando cosas, caritas tristes, detenciones, notas en la agenda, etc. Y me pregunto por qué. ¿Será que realmente creemos que el castigo es la única forma de motivar a los niños? Será que no creemos que los niños se portan mejor cuando se sienten amados, respetados y por lo tanto bien tratados?  Nuestros niños tendrán un mejor comportamiento en la medida que nosotros tengamos un mejor comportamiento con ellos.


Padres y maestros debemos construir una nueva tradición de educación, basados en el respeto mutuo y la tolerancia, para poder coexistir en una sociedad democrática donde la paz y el respeto a nuestros semejantes impere.

Cuando estemos plenamente conscientes de la influencia que tenemos en cada uno de nuestros niñ@s, empezaremos a prestar más atención a nuestras propias actitudes y comportamiento y a lo que nuestros niños están aprendiendo de nosotros de acuerdo a lo que viven día a día:

“Si vive con crítica, aprende condenar.
Si vive con hostilidad, aprende pelear.
Si vive ridiculizado, aprende a ser tímido.
Si vive con miedo, aprende a ser aprensivos.
Si vive con vergüenza, aprende a sentirse culpable.
Si vive con tolerancia, aprende a ser paciente.
Si vive con motivación, aprende a tener confianza.
Si vive con aceptación, aprende a amar.
Si vive con aprobación, aprende a quererse a si mismo.
Si vive con reconocimiento, aprende que es bueno tener una meta.
Si vive con honestidad, aprende qué es la verdad.
Si vive con equidad, aprende justicia.
Si vive con seguridad, aprende a tener fe en sí mismo y en las personas que lo rodean.
Si vive con cordialidad y respeto mutuo, aprende que el mundo en un lugar agradable para vivir, para amar y ser amado.”
Gina Graham
Psicóloga-Certified Positive Discipline Parenting & Classroom Educator
Adaptado del libro "Discipline without Tears" Rudolf Dreikurs. MD.

lunes, 28 de mayo de 2012

Una Mirada al Bullying


Nunca dudes que un pequeño grupo de ciudadanos reflexivos y comprometidos puede cambiarel mundo. De hecho, es lo único que lo ha logrado.”  Margaret Mead
El problema del acoso escolar o más conocido por su significado en inglés “bullying” ha aumentado en los últimos años de manera vertiginosa en diferentes partes del mundo, llevando a muchos escolares a vivir situaciones desesperantes que sobrepasan su capacidad de afrontamiento y en casos extremos, los han llevado hasta el suicidio. En el Perú cerca de 50% de escolares de colegios públicos y privados han sido víctimas de “bullying” según un estudio de especialistas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Esta situación ha hecho que las escuelas, familias y sociedad civil empiecen a tomar un rol más activo y comiencen a desarrollar nuevas estrategias que puedan ser implementadas de manera eficaz en los diferentes contexto donde se desenvuelven los estudiantes.

¿Qué es el “bullying”?
El “bullying” es una forma física y emocional de abuso e intimidación hacia otra persona, la cual ocurre sistemáticamente, de manera reiterada y sin razón aparente por parte de uno más estudiantes por un largo periodo de tiempo. Los expertos señalan que para identificarlo, existen características claramente definidas y entre las cuales se destacan:
  1. Deliberación: La intención es herir a alguien.
  2. Repetición: Se suele atacar a la misma víctima de manera reiterativa en el tiempo.
  3. Desequilibrio de poder: Se escoge a una victima que se percibe como vulnerable. El acosador suele tener mayor “poder” creando el desequilibro.La persona o personas que ejercen el bullying lo hacen con la intención de imponer su poder sobre el otro, a través de chismes, amenazas constantes, ataques verbales, agresiones físicas y hoy en día se suma a esto, el uso del internet como medio de intimidación en forma anónima a través de las redes sociales.
Las consecuencias son tanto para la víctima como para el agresor. En el caso de la víctima ésta empieza a experimentar una serie de trastornos emocionales como la ansiedad, cambios de estados de ánimo, problemas psicosomáticos, pérdida de interés a la escuela, depresión, miedos y en casos extremos el suicidio.  Por otro lado, el agresor, puede verse involucrado en diferentes tipos conductas delictivas o presentar dificultades para la convivencia, puesto que no ha aprendido formas adecuadas para relacionarse con su entorno.

¿Quiénes participan?
En el bullying podemos apreciar que existen tres participantes principales:
El agresor: Estos suelen ser mas fuertes físicamente, impulsivos y dominantes y con poca capacidad empática. Pueden acosar de manera intelectual, organizando y manipulando a otras personas para que cumplan sus órdenes o manifestando un comportamiento antisocial intimidando de manera directa a su víctima.
La victima: Tienden a compartir similares características ente las que destacan: timidez, baja confianza en sí misma, ansiedad, aislamiento social, dificultad para relacionarse, por ende, pocos amigos, sumisión, en algunos casos baja estatura, menor fuerza o dificultades en la coordinación y excesiva dependencia de los adultos.
Espectadores: Los espectadores forman parte del problema al mantener el abuso a través de la indiferencia, las risas o hacer comentarios que estimulan al agresor. La mayoría de espectadores, aceptan pasivamente la intimidación, por un lado, proporcionando al agresor el público que desea y aceptando de manera silenciosa su conducta, por otro lado, empezando a tornarse insensibles ante las agresiones cotidianas y no hacer nada ante las situaciones de injusticia. 
¿Qué hacer?
Saber cómo y cuándo intervenir requiere de estrategias eficaces y prácticas que parten del respeto mutuo y de la enseñanza de habilidades cognitivas, sociales y emocionales para hacer frente a los problemas. Aquí algunos consejos desde la Disciplina Positiva:
En la familia:
  • Establecer lazos de comunicación respetuosa. Una buena manera es implementando las reuniones familiares donde cada miembro tenga la oportunidad de ser recocido como importante y pueda expresar sus necesidades.
  • Entender la importancia de establecer límites con amabilidad y firmeza.
  • Comprender cómo nuestras acciones afectan de manera directa el 
comportamiento de los  hijos y cómo constantemente se estamos modelando conductas.
  • Enseñar a los hijos habilidades inter e intrapersonales para afrontar problemas, situaciones incómodas y presión de grupo.
  • Darles a nuestros hijos la oportunidad para que puedan sentirse capaces y usar ese poder de manera constructiva y con un propósito.
  • Crear un ambiente donde se respire el respeto mutuo y se enseñen nuevas formas de comportarse en la familia. Este respeto no sólo es entre pares sino también entre y con todas las personas involucradas.
  • Dar un paso hacia atrás y observar más allá de la conducta, ver la creencia que la subyace el comportamiento y entender las diferentes caras de la intimidación.
En la Escuela:
Ya que el bullying se presenta en la mayoría de los casos en el ámbito del salón de clases, el docente se convierte en el agente de cambio por excelencia, el cual tiene la tarea de prevenir, atender y detener las situaciones de acoso escolar. Por lo tanto, desde el salón de clase puede:
  • Favorecer un clima escolar favorable y respetuoso. Esto es entre adultos, niños y jóvenes, donde se implemente una cultura de confianza y justicia social.
  • Implementar las reuniones de clase, donde se enseñen habilidades para la sana convivencia, el respeto de los derechos (propios y ajenos) y la solución conjunta de problemas.
  • Fomentar la cooperación. Un clima de cooperación versus uno de competencia asegura un mejor trato entre los pares.
  • Generar la conexión emocional antes que la corrección: La disciplina positiva aplicada a las escuelas ha demostrado que los estudiantes que tienen un sentido de conexión y pertenencia con escuela y son tratados con mayor respeto por sus maestros y se sienten que éstos se preocupan verdaderamente por ellos, son menos propensos a este tipo de conductas.
  • Fomentar la igualdad social, es decir, un ambiente escolar donde todos merecemos el mismo  trato.
  • Propiciar espacios donde se enseñe el sentido de comunidad versus el interés individual. Esto se logra a través del aprendizaje cooperativo, donde todos trabajan por una tarea común.
  • Implementar programas preventivo anti-bullying.
  • Trabajar de manera conjunta familia y escuela.
Por último, es importante tener en cuenta que todo de tipo de intervención es más eficaz  cuando los adultos comprendemos la magnitud del problema y hacemos incapié en que la clave está en el respeto mutuo. Es decir, nosotros no podemos pedir a los niños que cambien, que sean más respetuosos si es que nosotros no lo somos con ellos. Debemos ser conscientes del papel importante que tenemos en la vida de nuestros niños como modelos de conductas. Tratémoslos con respeto y ellos se lo devolverán al mundo.
“Se el cambio que quieres ver en el mundo” Mahatma Gandhi

Gina GrahamPsicóloga PsicoterapeutaCertified Positive Discipline Parenting & Classroom Educator 

domingo, 29 de abril de 2012

Cuando los Hijos tienen el Control


Uno de los problemas comunes que se observa en las familias de hoy, son padres que admiten tener dificultad para poner límites a sus hijos. Y es que la mayoría de padres de esta generación no se identifican con una educación basada en el autoritarismo, sin embargo, la mayoría, por miedo a no ser aquellos padres, terminan cayendo en el otro extremo: la “permisividad”. Pero qué pasa,  al ver que este estilo de disciplina no funciona, empiezan a ser autoritarios; luego surge la culpa y vuelven a ser permisivos, creando gran inestabilidad en los niños, quienes terminan haciendo lo que creen más conveniente.
Ser padres permisivos significa educar a los hijos con ausencia de límites, lo que implica falta de respeto a nosotros mismos, libertad sin orden, darles opciones ilimitadas y por lo tanto enseñarles que todo lo que ellos quieren es absolutamente válido, aún cuando esto signifique perjudicar a los demás.
Por otro lado, ser padres autoritarios significa tener un control excesivo sobre nuestros hijos, ausencia de libertad para que tomen decisiones y falta de respeto hacia ellos, en pocas palabras  “ahora haces esto porque yo mando.”
Llegar a un punto medio donde se puedan establecer límites con amabilidad, es educar con dignidad y respeto, buscando la cooperación de nuestros hijos y desarrollando en ellos valiosas habilidades de vida sin llegar a excesos ni decisiones extremistas.
 ¿Cómo lo hacemos?
Ten presente que, si bien el autoritarismo aplasta, la permisividad y sobreprotección ahogan. Los hijos necesitan percibir que estamos a la cabeza de sus vidas como líderes capaces de sujetarlos cuando no se puedan contener y de guiarlos mientras no saben para dónde ir. Sólo una actitud firme, consistente  respetuosa les permitirá confiar en nuestra capacidad y en su propia capacidad.  Aquí  algunas sugerencias a partir de la disciplina positiva que nos podrían ayudar a ser firmes y amables al mismo tiempo:
  • En vez de dar órdenes, haz preguntas que inviten a la reflexión, Jane Nelsen llama a esto “preguntas curiosas”  (¿qué piensas respecto a…,? ¿qué sientes…?, ¿qué has decidido…?).
  • Habla menos y actúa más. Acércate a tu hijo y muéstrale lo que tiene que hacer, en vez de decir “1000 veces los mismo” desde lejos, esperando que “obedezca” rápidamente.
  • Practica la escucha activa. Deja de hablar un momento y trata de escuchar las palabras y el mensaje detrás de las palabras.
  • Crea rutinas y luego recuérdale qué es lo que habían acordado. Ej. Tu hijo se levanta de la mesa al terminar de comer y va directo a jugar, entonces le puedes recordar “¿qué es lo que tenemos que hacer después de cenar?”
  • Dale opciones limitadas, esto les dará la sensación de que no tienen que obedecer todo a rajatabla y que tienen la opción de elegir.
  • Decide lo que harás y se consecuente.  Jugaré contigo, apenas termines de hacer las tareas.
  • Practica el autocontrol. Cuando entramos en la lucha de poder queremos CONTROLAR todo, pero cuanto más controladores queremos ser, más DESCONTROLADOS nos volvemos. A la primera persona que tenemos que controlar es a nosotros mismos.
  • Ponerse de acuerdo. Ambos padres tienen que manejar el mismo estilo de crianza para no crear confusión en los hijos que inviten a buscar “al más bueno” .
  • Involucra a tus hijos en la solución de problemas. Esto hace que los chicos desarrollen el  sentido de pertenencia, estén motivados a asumir sus responsabilidades y estén menos propensos a desobedecer.

 “Nunca he visto a un niño con aires de poder sin un adulto con aires de poder cerca de él”
Jane Nelsen


 Ps. Gina Graham – Certified Positive Discipline Parenting & Classroom Educator.

Depresión Infantil



Fuente: Artículo escrito para la Revista Mamagazine, edición Diciembre. Ps. Gina Graham - Certified Positive Discipline Parenting & Classroom, Educator.
Qué madre o padre no ha pasado por aquellos momentos donde los  hijos se quejan de todo, se enojan, no quieren jugar con nadie o se desconcentran fácilmente a la hora de estudiar. Los notamos un poco “tristes” pero al día siguiente o al cabo de unos días, esa tristeza desaparece.
Y es que, es casi seguro que muchos niños alguna vez en su vida han han tenido un episodio de tristeza, sin embargo, cuando esa conducta o estado anímico persiste por varias semanas, aunado a otros síntomas como disminución de la vitalidad, alteraciones en el sueño y la alimentación, podemos estar frente a un trastorno: la depresión infantil.
Hasta hace poco, no se sabía mucho del tema, es más, no se admitía la existencia de la depresión infantil, pero hoy en día se sabe que sí existe y además tiene síntomas comunes a la depresión en los adultos, pero con manifestaciones diferentes que pueden ser observadas a través de la conducta.
Los factores que desencadenan la depresión son complicados y normalmente varían de un niño a otro, siendo algunos de ellos, los factores biológicos y genéticos, los ambientales y los psicológicos; generalmente, el origen de la depresión incluye una combinación de todos estos factores que actúan de manera simultánea.
Según los expertos, la depresión es causada por un desequilibrio en determinados neurotrasmisores del cerebro (por una reducción en los niveles de serotonina, norepinefrina y dopamina). Sin embargo, es posible que este desequilibrio sea motivado a la vez por factores ambientales, es decir, determinados acontecimientos en la vida del niño, que sobrepasaron los sus propios recursos de afrontamiento: (Ej. Divorcio de los padres, pérdida de una mascota, fracaso escolar, rechazo de los amigos, muerte de un familiar, una enfermedad, etc.).
Ente algunos de los síntomas observables que pueden alertar a la familia, para intervenir a tiempo, tenemos: la tristeza, irritabilidad, anhedonia (pérdida del placer),sentimiento de culpa, lloran con facilidad, falta del sentido del humor, sentimiento de no ser querido, baja autoestima, asilamiento, cambios en el sueño, pérdida de apetito, hiperactividad, pensamientos suicidas que pueden develarse el frases tales como “estarían estuvieran sin mi” “mejor no hubiera nacido” etc.
Si sospecha que su hijo puede estar presentando alguno o varios de los síntomas mencionados, no ignore los síntomas, por el contrario, dedíquele un tiempo especial, creando un ambiente cercano y de confianza.
Esté atento a los mensajes detrás de la conducta, es decir, si lo escucha decir constantemente “no sirvo para nada”, “soy un tonto” etc,, sea curioso y hágale preguntas sobre sus sentimientos y pensamientos. 
Ayúdelo a disfrutar de las cosas que le brinda la vida; programe salidas, muéstrese de buen humor, etc. Los niños con depresión, tienen una percepción sesgada de la realidad donde todo lo ven de la misma manera, por lo tanto nada les parece divertido.
Frente a la mala conducta sea firme y amable al mismo tiempo. Antes de corregir, conéctese emocionalmente con su hijo, muéstrele abiertamente su cariño con palabras y acciones.
Motívelo sin adularlo. Ayúdelo a fijarse metas realistas y anime constantemente sus pequeños pasos y grandes progresos.
Evite etiquetarlo con mensajes absolutistas como: "eres un malcriado", "nunca me haces caso, en vez de eso hágale preguntas que inviten a la solución de problemas “Qué” y “Cómo”, "¿Qué podrías hacer para...? ¿Cómo harías…? ¿y qué más?", converse con él, rebata sus ideas y creencias irracionales.
Y por último, busque ayuda y apoyo profesional de inmediato. Un diagnóstico temprano puede marcar la diferencia en el tratamiento y curso de la enfermedad.
Siempre es bueno recordar la importancia de la familia en la vida del ser humano, mucho más en el caso de los niños y adolescentes, es por ello que debemos PREVENIR. ¿Cómo? Pues desarrollando en nuestros hijos factores protectores que los ayuden a sobrellevar situaciones difíciles en la vida, afrontar problemas y manejar de manera adecuada las frustraciones. Es decir, propiciar un clima de confianza a través de una disciplina positiva que estimule la comunicación, respeto mutuo y amor entre sus miembros.
 “Cuando sientas tristeza o disgusto por algo que ha pasado acuérdate de las cosas buenas y no pierdas nunca la ilusión por ti mismo"

Temperamento, Carácter y Personalidad


Fuente: Artículo escrito para la revista Mamagazine para la edición Diciembre 2011.
Se ha preguntado ¿Cómo se va formando la personalidad de nuestros hijos? ¿Los padres podemos influir para moldear su carácter? ¿Qué hace que nuestros hijos tengan diferente temperamento?
Sabemos por experiencia, que no existe en el mundo dos personas iguales, nuestra personalidad, temperamento y carácter difieren de una a otra persona, incluso, en el caso de hermanos que forman parte de una misma familia, que han compartido el mismo techo y han sido criados bajo los mismos parámetros y valores son radicalmente diferentes.  Se ha preguntado por qué.
Estos tres términos, temperamento, carácter y personalidad son confundidos constantemente como si fueran sinónimos, sin embargo el significado es diferente. El temperamento, está vinculado estrechamente a lo biológico, es decir a la carga genética heredada por nuestros padres y condicionará de cierto modo, la forma cómo reaccionamos al ambiente.   El carácter, por otro lado, es el conjunto de hábitos de comportamiento que hemos ido adquiriendo a lo largo de nuestra vida, condicionados por el aprendizaje.  La combinación e intensidad de estos dos elementos forman nuestra personalidad, de allí que cada persona sea única e irrepetible.
Sin embargo, a pesar de la importancia que se le da a la carga genética en el comportamiento, el tipo de relaciones que un niño establezca en su entorno, será crucial en el desarrollo de su personalidad.  Esto quiere decir que su comportamiento está condicionado por el ambiente y que este pueda satisfacer sus necesidades primarias de pertenencia y seguridad.
En decir, los factores genéticos son importantes, pero no determinantes. Si bien, a pesar de los avances de la ciencia, hasta la fecha no podemos “elegir” el tipo de temperamento que quisiéramos que tenga nuestro hijo, sin embargo, sí podemos influir en su carácter ¿Cómo? pues realizando cambios en nosotros mismos y creando un ambiente saludable para que nuestro hijo pueda desarrollar al máximo sus potencialidades y pueda desarrollar una personalidad sana y estable.
Para ello, la clave está en el tipo de crianza que le brinde a su hijo, basada en el respeto mutuo, en la igualdad de trato y desarrollando un sentido de pertenencia e importancia, para lograrlo le recomendamos:










  • Establece una relación cordial con sus hijos, donde puedan experimentar emociones positivas de manera mutua.
  • Trata tus hijos con dignidad y respeto. Sólo así se sentirán y se comportarán mejor.
  • Escúchalos. Tus hijos aprenderán cómo escuchar con empatía, poniéndose en los zapatos del otro, si es que le brindas el modelo adecuado para saber cómo hacerlo.
  • Evita etiquetarlos. La conducta no define la personalidad de tu hijo, por lo tanto NO ES “desobediente”, “desordenado” “angelito” etc.
  • En vez de dar órdenes, haz preguntas que inviten a la reflexión ¿Qué piensas respecto a? ¿Cómo vas a solucionarlo? Etc.
  • Dale opciones limitadas, esto les dará la sensación de que no tienen que obedecer todo a rajatabla y están más dispuestos a colaborar.
  • Si quieres que tu hijo tenga una personalidad controlada, practica tu misma el autocontrol.
  • Involucra a tus hijos en las soluciones. Esto les dará ese ansiado sentido de pertenencia y los motivará a asumir sus responsabilidades.
  • Enséñales a expresar sus emociones de una manera asertiva sin perjudicar a los demás.
  • No te olvides darles el mensaje de amor a tus hijos. El algunas ocasiones, estamos tan metidos en nuestros problemas que nos olvidamos de recordarles a nuestros hijos cuánto los amamos.
  • Anímalos en lugar de darles recompensas, premio o elogios desmedidos. Animarlos los lleva a la autoconfianza, mientras que los elogios y recompensas los hace dependientes y adictos a la aprobación.
  • Abrázalos
  • Dedícales cantidad de tiempo y tiempo de calidad.
  • Por último, comprende el verdadero significado de la crianza y la disciplina. La disciplina no es sinónimo de castigo, la disciplina es educar, por lo tanto, evitacastigar, pensado antes en sus consecuencias a largo plazo: resentimiento, revancha, revendía y retraimiento. Es eso lo que quieres?
En conclusión, las bases adecuadas para el desarrollo de una  personalidad  sana y porque no feliz, no solo depende de la carga genética con la que viene el ser humano, sino también de las personas que lo rodean, la calidad de interacciones y relaciones afectivas que éste establezca en los diferentes contextos donde interactúa, y en el caso de los niños específicamente, también depende del tipo de crianza que practiquen sus padres.
Gina Graham
Psicóloga – Psicoterapeuta de niños y adolescentes
Certified Positive Discipline Parenting & Classroom Educator